
¿El vaso medio lleno o el vaso medio vacío?
Podemos empezar optando cómo vivir: si entendemos esta etapa como un encierro, en tanto medida de obediencia, impuesta por una autoridad paternalista que puede volverse opresora, sobreprotectora; o bien si entendemos quedarnos en casa, sintiendo que tomamos una elección responsable, símbolo de madurez y crecimiento. La elección nos da libertad. Ya no estamos presos. La responsabilidad nos da seguridad en esa libertad. Y en tanto seres cargados de sentido que somos, no hay mayor libertad que la responsabilidad subjetiva.
Podemos encontrarnos en un tiempo de repetición capturante, que nos detiene, nos aliena; o podemos posicionarnos en un espacio de elaboración, en tanto búsqueda de nuevas alternativas, espacio de creación. El tiempo de la cuarentena nos permite hacer algunos borradores, frenar, recomenzar, hacer ensayos. Comenzar a encaminarnos en esta senda, será principalmente liberador.
Nos encontramos frente a nuevas formas de rutina: ¿Estamos aislados? Probablemente sea éste un buen momento en el que podamos reforzar nuestros objetos internos: esos “Otros” que internalizamos y que nos forman como seres sociales. Nuestras relaciones existen en nosotros más allá de la cercanía física. Permanecen y nos constituyen. En tanto seres subjetivos, nos constituimos en nuestra relación con el “Otro” que nos ayuda a enfrentar el apremio a la vida, pero fundamentalmente en la relación con un “Otro” que nos nombra, que nos carga de sentido, que nos reconoce, y con el cual nos identificamos.
¿Cuántas veces añoramos al tiempo pasado como un tiempo mejor? Nos encontramos también frente a un impass de los tiempos de aceleración posmoderna. Nos liberamos transitoriamente de muchos males de nuestra época. Stress, cansancio, agotamiento… Y esto podemos capitalizarlo.
Encontremos nuevas narrativas para esta realidad, nuevas formas de contar este cuento.
Debemos no perder de vista que nos encontramos en un espacio transitorio. Mantengamos la expectativa de salida, con una visión optimista, estando seguros de que esta etapa finalizará.
Por Mariana Cabrera – Psicóloga